Vernel Manríquez Tapia

Vernel, una historia de resiliencia y esperanza

Vernel Manríquez Tapia tiene 14 años y es oriundo de San Pedro de la Paz, en la región del Biobío. Desde que llegó a Casa Camino, conquistó a todos con su buen humor, su energía inagotable y su amabilidad. Siempre dispuesto a compartir una sonrisa, muchos lo describen como un verdadero caballero.

Hace un par de años, su vida dio un giro inesperado. Fue diagnosticado con Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA), un tipo de cáncer en la sangre y médula ósea que afecta la producción de glóbulos blancos, debilitando el sistema inmunológico. En febrero de 2023, Vernel tuvo que trasladarse a Santiago para someterse a un trasplante de médula en el Hospital Clínico de la Universidad Católica.

Un Hogar lejos de Casa

Fue entonces cuando Fundación Camino apareció en su historia. Casa Camino se convirtió en su hogar temporal, brindándole a él y a su familia el apoyo necesario en un momento tan desafiante. Aunque su estadía en la Casa fue breve, ya que el postrasplante lo vivió junto a su familia en un departamento arrendado en la capital, recuerda con especial cariño a todas las personas que lo acogieron.

«Todos fueron muy cariñosos», nos cuenta Vernel, pero si hay alguien que marcó su paso por la Fundación, esa fue Michelle Mesayek, más conocida como “Michi” o “Tía Michi”, la coordinadora comunitaria. Su calidez y dedicación hicieron que Vernel se sintiera acompañado y contenido en cada visita.

Con el tiempo, los controles médicos se fueron espaciando. Al principio, debía regresar a Santiago una vez al mes, luego cada dos meses y más tarde cada tres. Cada vez que volvía, Casa Camino tenía un lugar esperándolo.

Hoy, al mirar atrás, Vernel reconoce cuánto ha cambiado. “Todo esto me hizo madurar más rápido, entender mejor las cosas y valorar lo que realmente importa, sobre todo en mi familia”, reflexiona. Su experiencia lo marcó profundamente y le dio un nuevo propósito: ayudar a otros.

Por eso, sueña con estudiar una profesión en el área de la salud. «Siento que, con todo lo que he vivido en hospitales, podría entender a las personas y acompañarlas desde un lugar de empatía», dice con convicción.

En febrero de 2025, Vernel cerró un ciclo: asistió a su último control en Santiago y egresó oficialmente de Casa Camino. Su testimonio es un recordatorio del impacto que espacios como Fundación Camino pueden tener en la vida de jóvenes con cáncer y sus familias.

«Pasar por el cáncer es muy difícil, pero de verdad que todo se puede lograr con apoyo. Fundación Camino es un lugar que entrega contención y esperanza, no solo a los jóvenes, sino también a sus familias», afirma con gratitud.

Su historia no termina aquí. Ahora, Vernel tiene un futuro por delante y un deseo claro: transformar su experiencia en una herramienta para ayudar a otros.

Tu Apoyo, Su Esperanza

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