Hace casi nueve meses la institución abrió las puertas de Casa Camino. Debido al Covid y la imposibilidad de salir a las calles, desde el 23 al 30 de julio casi 300 voluntarios estarán buscando aportes con alcancías virtuales.
La última semana de julio es la elegida por Fundación Camino para llevar a cabo la primera colecta digital de su historia, que busca recaudar fondos para seguir adelante con su causa: recibir a jóvenes con cáncer de todo Chile que necesitan un lugar donde hospedarse para llevar adelante su tratamiento oncológico en Santiago.
Los aportes irán beneficio del funcionamiento de Casa Camino, la casa de acogida que desde hace casi ocho meses ya tiene a 20 jóvenes rebeldes con causa, como se denominan sus beneficiarios, quienes reciben gratuitamente no solo el alojamiento, sino que las comidas diarias, traslados a sus consultas y diferentes programas de acompañamiento, como coaching, arteterapia, sonoterapia y terapia ocupacional.
Debido al Covid, la posibilidad de salir con alcancías a las calles se redujo fuertemente, por lo que la modalidad será virtual, con casi 300 voluntarios que ya se han sumado para tener sus propias alcancías digitales, las que tendrán que “llenar” entre el 23 y 30 de julio, días entre los que se realizará la colecta.
La alcancía general de Fundación Camino se puede encontrar en este link y no hay un monto prestablecido para donar.
Casa Camino, la casa de los jóvenes con cáncer
A raíz de un agresivo cáncer, el 2010 los Monge Márquez vivieron la pérdida de su hija Verónica, quien por ese entonces tenía 25 años. A partir de ese doloroso suceso, la familia decidió que la mejor forma de mantener vivo el recuerdo de Verito era construir un espacio de acogida para recibir a jóvenes con la misma enfermedad. Este se edificó en Providencia y le llamaron Casa Camino.
En ese lugar la fundación tiene la capacidad de recibir a 14 jóvenes junto a sus acompañantes mientras duran sus respectivos tratamientos.
Claudia Sánchez, directora ejecutiva de Fundación Camino, reseña que esta casa de acogida “nace a partir del esfuerzo de una familia muy conectada con la realidad de otras familias que viven la realidad de que un hijo sea diagnosticado con cáncer”. Y es que, según relata, los Monge Márquez tuvieron que vivir lejos de casa, en Estados Unidos, durante el tratamiento de Verito.